domingo, 8 de marzo de 2015

Historias de luchas por el agua

I. "SIN EL AGUA NADIE VIVE"


En los Pedregales de Tlalpan, sus habitantes crearon su propia historia, llegaron a abrir calles, introducir servicios y a luchar por su reconocimiento como ciudadanos. Su historia estuvo enmarcada en la autoorganización y autogestión, las cuales surgieron como formas de hacer frente a una cotidianidad marginada. 

En 1970 cuando llegó don Ricardo a la colonia Pedregal de San Nicolás había pocas casas, la suya la construyó de lámina, no había luz ni otro servicio, cocinaba con estufa de petróleo. Cuenta que tardaron años en tener luz y que algunos vecinos se dedicaban a vender el petróleo. En palabras de él no fue una invasión lo que ocurrió en la zona porque les daban sus papeles: “fue un repoblamiento sistemático, todos llegaban con su constancia vendida por el comisariado ejidal y firmada por la mesa directiva del ejido”.

No había servicios; pero sin el agua nadie vive. Fue fortuitito que estuviera relativamente cerca el río eslava: “El río tenía agua, ¡era una chulada! Gracias al río Eslava toda la gente de esta zona tomó agua yo creo durante unos 20 años, es más hubo una cantidad de gente que tenía burritos y ellos iban por agua y te la vendían, te la traían y te decían ¿cuántos tambos quieres de agua?; así como la gente que te trae el pan y te lo vende ahora, así venían, tocaban y te decían ya le traje su agua”, palabras de don Ricardo.

Cuenta don Ricardo que tanto Padierna como Pedregal de San Nicolás tenían un plano que trazaba las calles. Con los años empezó a llegar mucha gente y era mucho trabajo acarrear el agua de los hidrantes a las casas. Además, siempre había mucha gente formada, por lo que la gente se organizó para hacer faenas y jornadas de tequio para construir las calles con el fin de que las pipas pudieran llegar a los terrenos. A él le tocó organizar hasta a 80 vecinos para las faenas. De modo que, los propios habitantes sin intervención del gobierno abrieron las calles: “El gobierno ni siquiera venía a asomarse”, según don Ricardo.

El lugar de procedencia de los habitantes era un asunto menor, no importaba si eran michoacanos o veracruzanos, trabajan todos juntos bajo un objetivo común: abrir las calles para que las pipas entraran. El acceso al agua fue un proceso lento. Llegaron las pipas y, poco a poco, se fueron formando las “paradas de pipas”, las cuales fueron administradas por los propios vecinos.

Sin embargo, de acuerdo con algunos habitantes esta forma de administración tuvo problemas puesto que los vecinos encargados se creían dueños del agua. Ante esa situación los habitantes de esta colonia propusieron a la administración delegacional en turno crear cisternas comunitarias, en total se crearon 32 cada una con capacidad de más de 30 mil litros. Para su funcionamiento la delegación puso a un encargado de la cisterna para que repartiera el agua y cada vecino tenía que llegar con su tarjetón para recoger sus dos tambos de agua; sin embargo, esta medida no fue suficiente y paralelamente siguieron operando tanto las paradas de pipas como las cisternas comunitarias.

Hacia finales de los años 70 y principios de los años 80, muchos vecinos del lugar se constituyeron en una asociación para traer más servicios. Se construyó el mercado, el panteón, las escuelas y se instalaron las terminales de camiones. Aunado a lo anterior comenzó otra lucha para conseguir la red de agua potable, después de marchas y plantones en el Zócalo lograron que en 1981 se inaugurara la red.

Fueron muchos kilómetros de la red, en palabras de Don Ricardo “fue la red más grande que se hizo durante ese periodo”. Sin embargo, la red no funcionó cómo se esparaba ya que no recibían el líquido, según información de los habitantes, la autoridad les dijo que no había agua y por eso no se les distribuía, pero ellos no creen eso.

Hoy día, la zona de los Pedregales sigue siendo una de las más castigadas, ya que el agua la reciben sólo dos veces a la semana y de manera intermitente. Algunos de sus habitantes siguen en lucha, organizandonse y exigiendo el vital líquido a la delegación; algunos otros han adoptado formas cotidianas para racionalizar el vital líquido, las cuales incluso, consisten en retirar las regaderas de los baños para evitar desperdiciar el agua. Ya sea lucha o adaptación, lo cierto es, que tres décadas enmarcan la historia de acceso al agua de los habitantes de los Pedregales, la cual ha sido una historia de lucha constante ante la inacción del Estado.















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