domingo, 28 de septiembre de 2014

Sobreconsumismo y basureros: una relación inevitable de la vida moderna




Los cálculos de volumen espacio, los materiales y las horas hombre dedicadas a construir grandes edificaciones quedan empequeñecidas por la dimensión de las obras contemporáneas erigidas con el fin único de dar cabida a los desechos generados de una sociedad que gira alrededor del consumo omnipresente de energía, materias y productos. Así, los basureros modernos se constituyen en características indiscutibles del legado de la sociedad urbana-industrial contemporánea, ejemplo de ello es el basurero de Fresh Kills en Staten Island, Nueva York que recibe más de 50 mil toneladas de desperdicios semanales y se calcula que es  25 veces mayor que la gran pirámide de Giza en Egipto. Estos basureros modernos evidencian que la evolución de las sociedades occidentales ha dado lugar a la demanda de nuevas tecnologías para acelerar el proceso de producción fincando su saber en el predominio de una racionalidad instrumental. 

Una de las primeras publicaciones en poner atención al problema de los residuos sólidos fue The Waste Makers de Vance Packard que plantea que una sociedad basada en el consumo es una sociedad fundada sobre basura y desperdicio. En este sentido, algo es innegable: el consumismo es un patrón social significativo con serias repercusiones que ha significado un traslado estructural en los patrones de producción y consumo masivo. 

El creciente consumismo no es un fenómeno que deba ser subestimado, así algunos autores han escrito sobre el efecto perverso del consumismo. Por ejemplo, Pierre Bourdieu explica que la sociedad actual consume símbolos más que productos con la intención de encerrar distinciones entre los estratos sociales; por lo que el consumo ya no sólo es para la subsistencia sino que es un consumo competitivo entre las elites sociales. Estos modelos consumistas son reforzados, en parte, por la publicidad que se difunde por los medios electrónicos y por las falsas baratas o promociones que alientan a cambiar continuamente los productos que se compran por otros nuevos o más modernos. De modo que este consumo está organizado con una sobrecarga de demandas que crea las condiciones para la publicidad y el consumo de la imagen y que contribuyen a formar patrones de estilo de vida de la sociedad actual.
Más aún, este modo de consumo exacerbado no solo refleja un estilo de vida sino que también permite observar el modo en que la sociedad se relaciona con la naturaleza. La cual solo es vista como: una fuente para satisfacer necesidades humanas, como proveedora de materias primas para la producción y reproducción humana y como objeto de dominación y sometimiento. Así que, una vez consumida no tiene utilidad conviertiéndose, de esa manera, en desperdicio o basura.