miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ecocidio: una relación fatal con la naturaleza

En este día hablar de muerte, es denunciar también las devastaciones hacia la naturaleza, provocadas por la orientación de la economía. Es hablar de ecocidio. El ecocidio es la destrucción extensa, daño o pérdida de ecosistema de un territorio dado, ya sea por mediación humana o por otras causas, a un grado tal que el disfrute pacífico por los habitantes de dicho territorio se vea severamente disminuido.



Diariamente 100 especies vivientes son llevadas a la extinción y 150 mil acres de selvas tropicales son destruidos. Cada día 2 millones de toneladas de desperdicios tóxicos son arrojadas en nuestros ríos y mares, 22 millones de toneladas de petróleo son extraídas y 100 millones de toneladas de gases de invernadero son lanzadas al aire. La destrucción de la naturaleza a gran escala, el agotamiento masivo del suelo y la extensa deforestación llevan a la interrupción de los ciclos naturales y a la irreversibilidad de la extinción. Hoy en día casos de extinción masiva ocurren con cada vez mayor frecuencia, mayor rapidez y mayor impacto que en cualquier otro tiempo. Un reporte reciente de las Naciones Unidas ha encontrado que 3 mil de las corporaciones más grandes del mundo han ocasionado $2.2 billones de ecocidio en 2008.

Si esto ocurre a nivel mundial, en México, no cambia mucho la situación. Actualmente decenas de corporaciones mineras, hidráulicas, turísticas, carreteras, energéticas, bancarias, biotecnológicas, financieras, inmobiliarias, están acabando con los recursos naturales de la nación. Apenas después de Colombia, México ocupa el segundo lugar en ecocidio referente al manglar, en el mundo. En Mazatlán, el país pierde anualmente ocho mil hectáreas de manglares. Esta cifra va en aumento debido a la construcción de la presa hidroeléctrica Aguamilpa en Nayarit, donde se autorizó la destrucción de 12 mil hectáreas de dicho ecosistema. México alberga entre cuatro y seis especies de manglares de las 50 que existen en el mundo y actualmente se está extinguiendo a un ritmo de 2.5% anual, que es casi cuatro veces más rápido que el promedio mundial de 0.66%. Que dicer de la autorización de la tala en el 33% del territorio del Nevado de Toluca.


El desequilibrio ecológico global se ha convertido en una amenaza fatal que a todos concierne y perjudica. Ahora bien, si nos vamos al nivel más local, esto es la Ciudad de México, el panorama es desalentador, el crecimiento de un ecosistema sano que tomó década en consolidarse puede verse afectado por trabajo de podas desmedidas o bien para el “bien de la ciudad”, pues se requieren talar miles de árboles para construir puentes grises y privados que atraviesan la ciudad.






En la Ciudad de México, actualmente hemos sido testigos de varios ecocidios, uno de ellos es en Cuajimalpa donde en tres años se han derrumbado más de dos mil árboles en la zona de Paraje Cruz Blanca, del poblado de San Lorenzo Acopilco, para construir un túnel para el paso del tren Interurbano. Por su parte, la Red Ecologista de la Cuenca de México ha revelado que “obras como los segundos pisos en tramos del Anillo Periférico, la Supervía Oriente, el Metrobús o la Fase 2 del Deprimido Vehicular Insurgentes Mixcoac, ha provocado la tala de por lo menos 56 mil 553 árboles”.

Esta forma de relacionarse con el medio ambiente no revela nada más que el fondo verdadero, esto es la relación del hombre con el hombre; pues la afectación que hacemos al medio ambiente termina afectando la vida del ser humano Un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, del año pasado, refiere 22 mil muertes por complicaciones debidas a la contaminación ambiental.

En la búsqueda de las soluciones la peor alternativa es sin duda, la integración de la ecología en la cultura dominante pues la ecología se convierte en una empresa lucrativa. Por ejemplo, cuando se plantea la exigencia de que los coches para dejar de contaminar sean provistos de aparatos catalizadores, la producción de estos aparatos y de autos aptos a recibirlos se convierten, entonces, en un negocio. Asimismo, en ciertos sectores el producto más ecológico llega a ser más competitivo y por lo tanto más rentable. Talvez la mirada deba ser dirigida a una nueva forma de entendimiento y relación con la naturaleza, a nivel mundial, la lucha indígena y la defensa de su territorio es ejemplo de ello. A nivel local, hay que dirigir la mirada a la respuesta ciudadana pues a cada situación de crisis le corresponde una reacción civil, una respuesta ciudadana, una resistencia social que puede ser momentánea y efímera o permanente y prometedora. Se trata de nuevos movimientos sociales que sabedores de la complicidad entre el poder político y el poder económico, notable rasgo del neoliberalismo y de sus efectos destructivos, buscan nuevas maneras de resistir y remontar la situación actual” (extracto de Víctor Toledo).








martes, 16 de febrero de 2016

Crónicas cotidianas de los Pueblos de Tlalpan. “Viajes largos, días cortos”.






Amaneceres fríos con cálidas miradas dibujan los días de Paulina. Su vida se divide en dos grandes horarios: 4 de la madrugada y 7 de la noche. En el primero, el aura la acompaña, en el segundo, la noche la cobija. De lunes a viernes, su viaje es largo para salir de San Miguel Topilejo, uno de los pueblos más alejados de Tlalpan. 
El Pueblo de Topilejo tenía en el 2010 más de 24 mil habitantes -su crecimiento demográfico fue exponencial-, mucha gente como Paulina llegó a vivir ahí apenas hace una década. En general, la gente del lugar tiene su trabajo o su escuela fuera del lugar, tal y como sucede con los hijos de Paulina. El más grande estudia en  en el C. C: H. Sur en el turno matutino, todos los días se levanta al alba, un poco antes de las 4 para salir de su hogar a las 4:30, si se retrasa unos minutos no llega a tiempo a la primera clase. Con frecuencia le ocurre que el transporte público va saturado y pasa cada media hora, por lo que salir a tiempo se convierte en un asunto de suma importancia.
Mientras que Naty, la hija menor, asiste a una de las secundarias que se encuentran cerca del Centro de Tlalpan, su hora de entrada es a las 2:30 de la tarde y su salida es a las 8 de la noche, por eso Paulina sale de su casa en punto de las 19:00 horas para llegar a tiempo a recogerla. La distancia de Topilejo a la Joya -que se encuentra entre Calzada de Tlalpan e Insurgentes, es más o menos 12 kilómetros, la cual se recorre casi en una hora; pero a partir de la construcción del segundo piso de la autopista a Cuernavaca el viaje se puede alargar media hora más.  
Todas las mañanas es común ver que la gente se desespera y se baja del transporte público a la altura del Pueblo de San Pedro Mártir para caminar sobre la Carretera Federal a Cuernavaca hasta la Joya, poniendo en peligro sus vidas. En palabras de Paulina: "tienen que hacerlo para llegar a tiempo a sus trabajos". Así, en el alba bajo la oscura carretera, se puede ver a mucha gente caminando entre las filas de los coches. Tomados de las manos con sus hijos, las mamás caminan de prisa; los jóvenes con sus audífonos y su andar lento atraviesan entre los coches y los hombres con mochilas o portafolios corren. Todos ellos, sólo se pueden distinguir gracias a las luces de los autos. De modo que atravesar entre en los coches se convierte en un constante desafío.
Para la gente que regresa de sus trabajos, sólo hay una forma para hacerlo de manera segura después de las 11 de la noche y es mediante taxis comunitarios que salen en el estadio Azteca. El viaje es más corto; pero más caro.


Cinco días a la semana, miles de habitantes teniendo largos viajes y días cortos; llegando al hogar después de largas jornadas de trabajo y recorridos extenuantes. La movilidad para algunos habitantes de Tlalpan podría mejorar si en vez de invertir en segundos pisos para privilegiar el uso del transporte privado se hiciera para reducir el tiempo de traslado de miles de familias, como la de Paulina.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Historias "citadinas" de los Pueblos de Tlalpan

 

Hace poco más de cuatro meses llegó el ruido para quedarse. Desde muy temprano, Jorge Blanco escucha sin cesar el sonido infernal de la maquina que cava la tierra una y otra vez. No sabe a bien cuando terminará la obra, las autoridades dicen que en diciembre estará terminado el viaducto elevado de 4 carriles que conectará con la autopista México-Cuernavaca.

Jorge todas las mañanas sale muy temprano de su casa para ir a trabajar, maneja un taxi durante la mañana y casi siempre a las 4 llega a comer. Sol, la esposa de Jorge, prefiere hacer la comida un día antes por las tardes y en las mañanas tomar clases de elaboración de velas decorativas antes que quedarse a escuchar la maquina o los cláxones de los vehículos o los gritos de los trabajadores de la obra. Aunque sabe que para llegar a la tienda “fantasías Miguel” en Coyoacán tiene que salir a las 8 de la mañana para llegar a tiempo a las 10, pues un tramo de 2 km lo recorre en 40 minutos en micro, a veces prefiere caminar a la Joya que quedarse varada en el transporte público.


Así la vida para algunos habitantes de San Pedro Mártir, se dice que se ha invertido 3 mil 200 millones de pesos en esta obra y que en diciembre estará concluida. Sin embargo, lo cierto es que tanto Jorge Blanco como algunos vecinos de San Pedro Mártir han tenido que “habituarse” al ruido de una obra que poco beneficiará a los habitantes del Pueblo.